La migración, entendida como el desplazamiento geográfico de individuos o grupos, generalmente por causas económicas o sociales, supone diversas oportunidades. Pese a eso, es un proceso que también reviste complejidades y riesgos, en la medida que no siempre se da bajo un entorno seguro para las familias y sus valiosos niños, niñas y adolescentes. En los últimos años el fenómeno de la migración ha puesto sobre la opinión pública una serie de temas que la vinculan a desigualdades sociales, a riesgos psicosociales, a pobreza y a problemas de salud de quienes deciden migrar. El tránsito de un espacio geográfico a otro acarrea muchas veces un duelo por la separación de personas y espacios con los que se mantenía un vínculo afectivo estable y duradero que, por diversos motivos, debió romperse a fin de buscar mejoras en la calidad de vida y las oportunidades de desarrollo. En esta línea, resulta necesaria la actualización en materia de intervenciones psicosociales capaces de dar respuesta a las necesidades que las familias y las infancias tienen en el proceso migratorio, considerando en todo momento los Derechos Humanos, las oportunidades y los graves peligros a los cuales ellos y ellas pueden verse expuestos.

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